viernes, 7 de septiembre de 2007

Coralia
Pareciera que a mayor conciencia de tener conciencia comenzamos a sufrir más del ombligo. Ello explicaría la tortuosa necesidad transcultural de inventarnos un todopoderoso según nuestra imagen y semejanza, mirar al cielo con cara de culpa y suplicar por lo que hicimos o lo que no hicimos. Y ni hablar de autoproclamarnos primogénitos legítimos.
A la distancia no podría ser de otra manera, pues ya no lo fue, y la historia fue solo el futuro inexorable al cual llegamos por ser lo que somos, pólipos con cólicos umbilicales, que sin perder la individualidad dimos paso a la política y a las jerarquías colectivas, al bien o mal común, a esas instituciones u organismos que quedan aunque los pólipos pasen. ¿Nos pertenecen?, no. Y si, pero prestaditas, mientras la próxima elección no diga lo contrario, hasta que aparezca un recambio que nos mande a jubilar anticipadamente o cuando el simple viejazo con terno de tablas con flor de flor en el ojal nos devuelva al paisaje como desperdicio final.
A la distancia, esta partícula de polvo cósmico no parece mas que una esferita en constante oxido-reducción.
A la distancia, los pólipos han creado su propia ciudad-coral con corazón y latidos financieros, parlamentos neurálgicos, arterias segregadas, hígado-markets, glándulas de justicias, sistemas de defensa basados en glóbulos con sirenas verdes o rojos, plaquetas inmunológicas blancas, riñones municipales con secreción de riles y fétidas excreciones que echan al torrente global. Como corales se enferman, congestionan, nacen y mueren, sus antepasados yacen como fósiles pompeyanos, como caparazones olvidados por la sequía, la guerra o el meteoro de tiempo implacable. Nacen de germen de adobe, otras de un germen de piedras, echan raíces superficiales nutriéndose del entorno, se desarrollan deglutiendo paisaje, maduran elevando sus corazones al cielo de donde los pólipos creen venir. Ahí están, conectadas entre ellas por sinapsis asfálticas, aerormonas y nervaduras de cobre. Y al igual que a los pólipos, a estos corales les ocurre lo mismo, pasan a ser individuos básicos de un orden ahora superior a cada coral. Se han agrupado entre ellos y algunas agrupaciones ya han lanzado un manojo de nervios al espacio sideral para darle con precisión satelital en plena cara al mismísimo abuelo cósmico, solo por ver que estaba compuesto de hielo y metano, como de hielo y metano están hechos todos y cada uno de los pólipos que habitan ciudad-coral. Solo que lo habían olvidado aquejados de profundo dolor de ombligo.

LeoDeceau-Ríos
"paramnesia, extrañezas del paisaje"
lienzo 1

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